Guardo un mal recuerdo de la boda de Eugenia y Camilo.
Él se emborrachó. Se mostró violento y grosero con algunos invitados. Tuvimos que bebernos las lágrimas de Eugenia.
Ellos no vinieron a mi boda. Cuando yo me casé, ella ya estaba muerta.
Apareció con el cuello roto al pie de la escalera interior de su vivienda. La encontró Camilo al llegar a casa una madrugada. Dicen que iba borracho y que ella estaba embarazada. No sé si fue así, si fue verdad. No hubo ningún testigo y se dio por hecho que se había caído.
Nunca lo creí. Siempre pensé que él la había matado. Como no pude hacer otra cosa, escribo este relato para vengarla.
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