"No me esperes. Llegaré tarde" me gritaste. Y así me quedé como un zombi desconcertado mirando la puerta. Me pregunto si los zombis tienen miedo. En realidad sí que tienen. Yo soy la prueba viviente. O casi. Como esta chica en la foto de nuestra boda que parece feliz. O casi.
Quería acariciarle cuando el sonido de la puerta principal me asustó, dejando la foto escapar de mis manos. Me agacho para recoger los pedazos y siento una corriente obligandome a recoger alguna ropa en una maleta.
Cuando abrí la puerta, sentí que ella me susurraba, rogándome que no me vaya. Escribí las primeras palabras que me vinieron a la mente:
"No me esperes. Llegaré tarde."
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