Grité; ¡¡NO QUIERO!! y como único consuelo obtuve una paliza merecida, según ellos. Llevo aterrada desde que aquel hombre vino a casa a contratar mi matrimonio con mi padre. No me gusta como huele, me dan miedo sus arrugas y los hirsutos pelos de su baba. Las mujeres llevan toda la mañana acicalándome sin escuchar mis llantos. Sé que solo tengo una salida, así que en un descuido de mi madre pincho mi vagina con el rabo de alambre del peine. Soy impura y no puedo tocar a mi marido.Mi boda se anula por unos días. Estoy contenta, el dolor no me importa, ojala no deje de sangrar nunca.
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