Se ahogaba en llanto mientras miraba a través del cristal. ¿cómo era posible que no viera lo mismo que el resto? Había pasado toda su vida junto a aquel hombre. Crecieron juntos y se casaron al quedarse ella embarazada a los dieciocho.
Nunca la pegó, cierto. Pero sí la agredía verbalmente. La mandaba callar en presencia de cualquiera. Y ella callaba.
Ella siempre tenía todo listo cuando él volvía del trabajo. La comida en la mesa, la casa limpia, la ropa planchada, los niños atendidos. Y en aquel frío tanatorio no hacía más que repetir que no podría vivir sin él.
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