—Javier, no me controles tanto. No me parece que sea forma de demostrar que me quieres.
Él se removió inquieto sentado en el sillón.
—No te lo tomes así, Carla. Sólo tenía curiosidad por ver con quien intercambias mensajes en el teléfono.
Carla suspiró. Sabía que esto iba a ser difícil.
—Comprendo, pero es mi teléfono. Mi correo. Lo has abierto sin mi consentimiento. Esto es como si te pusieras a leer mi diario personal.
—Ya, bueno. No lo había pensado así.
—Tu actitud lo único que me demuestra es que no te fías de mi. ¿Acaso tendrías un amigo del que no te fías? Entonces, ¿Qué haces conmigo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario