viernes, 23 de noviembre de 2018

Impacto

Estoy cayendo.

Lo sé por la forma en que mi pelo recorre mi espalda. Flota a mi alrededor, acompañando el movimiento del resto de mi cuerpo. Alzo los brazos en busca de un asidero, pero la gravedad reclama su presa sin piedad, hundiéndome en la más cruel de las humillaciones. 

Sólo la carne y el hueso de mi mejilla opusieron resistencia a aquel puño cargado de ira. 

Era la misma mano que exploraba mi silueta en las noches más oscuras, los mismos dedos que recogían mis lágrimas cuando entregaba mi dolor a aquellos ojos rebosantes de falso amor.

No encuentro respuesta para la pregunta que me atormenta: ¿Qué sucederá ahora?

Solo sé una cosa.

No volveré a caer nunca más.

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