Eran las cuatro de la tarde cuando lo oí llegar. Por sus pisadas sabía que otro día más tendría que aguantar sus reproches,su tiranía,sus gritos. Nuevamente había perdido su equipo de fútbol o no cuadraban las cuentas. Para él cualquier excusa era suficiente para destruirme. Tú que eras el más simpático y amable de tus compañeros y familia......Nadie podría creerme.
Ahora,al cabo de los años todavía me estremezco al pensar en aquella etapa de mi vida,en mi verdugo. Cuando abrazo a mis hijos ,a mi marido sé que he vuelto a nacer. Conocerte, Mario, me hizo abrir los ojos,creer en los hombres,en el amor,ser yo y vivir en libertad.
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