viernes, 3 de noviembre de 2017

La rana

Le costaba respirar, sentía que se ahogaba, como si tuviera una rana en la garganta.
-Voy a beber algo -se excusó y sin mirarle caminó descalza a la cocina.
Quizá por el sonido del agua, ella también se abrió como un grifo y lloró en silencio lágrimas nuevas y antiguas. Con ese llanto purificador la rana se fue y secándose los ojos volvió sigilosamente a la habitación.
-¡Ya me has desapartado! ¿¡Qué coño te pasa!? –preguntó él -¿has estado lloriqueando otra vez?
-No, nada de eso -balbuceó ella.
-¿Y esto? -Y su dedo aplastó con fuerza una lágrima olvidada en la mejilla.
-Es solo una gota de agua –respondió dándose la vuelta y sintió como la rana volvía.

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