Quién hubiera podido decirme entonces, que esa niña preciosa y cálida iba a mostrarme hoy su lado más frío y pétreo. Quién hubiera podido contarme, que aquellos tiernos ojos azules, iban a descansar en el morado, casi negro, como el alma de su "amado". Nadie hubiera podido, porque me hubieran matado, y sería yo quien yacería en lugar de ella en ese eterno lecho de desesperanza. Porque ella son todas las mujeres; y porque él somos todos, mirones indiferentes que preferimos ignorar, que apoyamos con el silencio, que callamos y otorgamos… el derecho a ser reiterado. Porque hoy es mi hija…. Pero mañana….
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