Le susurraba que tenía que cambiar. Que me respetara. Le avisaba de que me iría.
Le decía tanto que me quedé sin voz.
Me obligaba a que le perdonara. Me convencía de que me respetaba. Incluso más de lo que merecía, mascullaba.
Me decía tanto que me dejó sin voz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario