miércoles, 5 de noviembre de 2014

Testigo especular


Me agarró fuertemente con sus ásperas manos. Estaba incómoda. Podía intuir la textura de sus manos a través del sedoso vestido rojo que me regaló el día de nuestro aniversario. Giré levemente el rostro hacia un lado y finalmente desistió de su intención de besarme. No lo conocía. Años atrás era una persona encantadora con la que me sentía una mujer dichosa y feliz, y hoy deseaba no haberlo conocido. Los espejos habían sido durante todo este tiempo  testigos mudos confidentes de su cambio de actitud. Conversaba tristemente en silencio con ellos.  Al final, me quité el vestido y lo dejé colgado del perchero del dormitorio. Me marché para no volver. Hoy, ya sí, los espejos me sonríen.

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