jueves, 5 de diciembre de 2019

Sin explicaciones

Nos entendimos con una mirada. Me gustó tu inteligencia, tu humor, tu acidez y mordacidad. Un día te confesé que creía que las palabras ya no me enseñarían nada nuevo de ti. Y acerté. No lo aprendí con una palabra, sino con la bofetada que me diste. El golpe me llevó al momento en que te conocí para comprender mi equivocación: no nos habíamos entendido en aquella mirada, sino gustado. Estaba claro que no compartíamos las mismas ideas, ni concebíamos la existencia de igual manera ni deseábamos lo mismo. Sin escucharte ni hablarte, sin demorarme, me fui. Sobraban las palabras. Me mostraste que tú no eras como yo creía y que no eras tú lo que yo merezco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario