¡Vete a la mierda!, le gritó mientras le mostraba el dedo corazón cuando al pasar por delante de la obra uno de los que allí trabajaban dijo algo inapropiado sobre su culo mientras otros dos le reían la gracia. Tanto ella como su hermana eran así valientes, decididas, resueltas, así se lo habían enseñado a las dos desde chiquititas, ¡sé tú misma!, ¡respeta y haz que te respeten!... eran frases que siempre le venían a la cabeza en momentos así. Una pena que algunos hombres no hubieran tenido un padre como el de ellas.
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