Yacía desnuda en el frío suelo, llena de cortes en todo su cuerpo tras la dura agresión, la sangre manando de profundas heridas, pero no llegó a perder el conocimiento. Vió como sus agresores huían.
La habían sorprendido por la espalda, mientras preparaba la comida para su hijo, que estaba a punto de llegar del colegio y encontrarse con esa impactante escena. Había denunciado muchas veces y ahora, en el frío suelo, pedía nuevamente ayuda, antes de que su pequeño cruzara el umbral de la casa.
Ella era muy fuerte, es muy fuerte, pero esto se podía haber evitado, ¿por qué nadie hizo nada?
Y qué cobarde, él no actuó solo.
A plena luz del día y con total impunidad.
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