Relacionó en dos listas los pros y contras de su vida con Manolo. A un lado, se acumulaban las palabras, se tropezaban las frases que invadían aquel lado del papel. En el otro, escribió un tembloroso y escueto "Lo quiero". Hacía tanto que se sentía anulada que le costaba razonar. Ella no sabía de metáforas, por eso, cuando su amiga le recomendó aquello de "borrón y cuenta nueva", pensó que consistía en rasgar el papel en diminutos pedazos.
Vio la luz cuando su hija dejó de mirarla a los ojos y comenzó a esquivarla por el pasillo. Entendió que ninguna se merecía aquella vida. Fuera, cientos de manos estaban dispuestas a no dejarlas caer. Brillaba un sol que desconocía.
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