Dante no había descendido al infierno, no sabía quién era el diablo. No llevo nada encima y sonrío al pensar en cómo de destrozada he dejado mi antigua casa. Me reflejo en el espejo de la estación y juraría que nunca me había encontrado tan poco translúcida. Oigo mis pasos, peino mis ardientes rizos y siento mis sonrisas. Una hilera de nuevas lágrimas bautiza mi nuevo ser. "Ni una sola más" repito constantemente. Comienzo a galopar con mis nuevas piernas y entono aullidos de felicidad, no importa quién pueda verme, hoy bailo desnuda para mí misma tras haberme arrancado la última cadena, dejando de lado mi pasado como esclava. Qué bien se respira libre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario