Fue un tortazo. Yo reaccioné al instante: No quiero que él me mate. Y grité: "¡Vete, sal de esta casa! ¡Fuera!".
Ahora ya no me callo: Pido millones de gritos para que acabe tanta violencia machista. Un grito interminable pido ante tantas mujeres indefensas vilmente asesinadas.
Mientras esto pido, estoy viendo El grito de Edvard Munch. El pintor noruego cuenta que iba paseando… cuando vio cómo el cielo se teñía de color rojo sangre. Se quedó quieto, temblando… y oyó un grito interminable que atravesaba la naturaleza.
Hoy, recordando el famoso cuadro, pido un grito como el de Munch frente a tanta ignominia: un alarido inmenso e infinito de todo el universo.
Ahora ya no me callo: Pido millones de gritos para que acabe tanta violencia machista. Un grito interminable pido ante tantas mujeres indefensas vilmente asesinadas.
Mientras esto pido, estoy viendo El grito de Edvard Munch. El pintor noruego cuenta que iba paseando… cuando vio cómo el cielo se teñía de color rojo sangre. Se quedó quieto, temblando… y oyó un grito interminable que atravesaba la naturaleza.
Hoy, recordando el famoso cuadro, pido un grito como el de Munch frente a tanta ignominia: un alarido inmenso e infinito de todo el universo.
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