En mi casa había secretos solo de familia. Nuestros secretos escondían los golpes e insultos de mi padre. Después de que estos sucedían venía su perdón, la promesa de que cambiaría y la nuestra de guardar el secreto.
En el colegio una señora venía a buscarme a clase, la psicopedagoga la llamaban, y me hacía preguntas con trampas quizás para averiguar mis secretos. Un día me pidió un dibujo de mi familia. Dibujé a mi papá grande, muy grande, con sus brazos fuertes y un cinturón en la mano. Mamá pequeñita tumbada en el suelo y yo a su lado, casi del mismo tamaño. No había colores salvo el amarillo de mi pelo. Ese día sin saberlo revelé nuestro secreto.
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