Sonó la alarma del teléfono, salió para trabajar. Se despidió de ella con un beso, adoraba ver todas las mañanas su rostro. Era su fuerza, su energía para seguir adelante. Y era feliz, la persona más feliz del mundo. No necesitaba mucho más.
Ella lo quería despedir, se hacia la dormida porque sabía que le gustaba, cuando se fue, se levantó a ducharse y salió de casa.
Se dirigió a los apartamentos de enfrente, allí se veía con su amante. La acariciaba, le curaba las heridas. ¿Te volvió a golpear? le decía, la mimaba.
La cuidaba. Pero ella tenía que aguantar con otro, porque sabía que si lo dejaba. Se moría, se moriría por dentro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario