Una puerta se cierra con el sigilo de una tarde nublada, una vida escapa tras ella. Ojos que se cierran para olvidar y suspiros apagados para no hablar. Deambulo por la calle hacia ninguna dirección. Es otoño, hojas caen suavemente de los árboles, suaves, tan suaves como se habían convertido los golpes recibidos tras esa puerta. Cae la noche, una estrella me vigila, camino, intento despistarla, es imposible, me persigue con la muerte en su mirada y el brillo de lo prometido. Caigo dormida al cobijo de un portal, con la desesperanza de la noche. El día llega y unos ojos de color imposible, los tuyos, me iluminan de nuevo. He vuelto a nacer. He vuelto a la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario