martes, 4 de noviembre de 2014

Nunca pasa nada

Por las callejas se filtra la luz del sol. Hoy amanece en silencio porque  todos duermen tras las fiestas.
- Vecinos! Ayudadme!- clama de repente una voz desgarrada.
Andrés se asoma, una mujer chilla mirando a los ventanucos que dan al callejón.
Es Estrella. Ayer era incapaz de mantenerse en pie.
- Abusaron de mí! Ayudadme! Mirad cómo vengo!
Su vestido está teñido de sangre.
- Sabéis quienes son! Venid conmigo a la Guardia Civil!- grita desesperada.
Los vecinos que salieron se vuelven para adentro.
"Desgraciada", "Infeliz", murmuran mientras cierran las ventanas.
Andrés se mete. Claro que sabe quienes son, los de siempre. Como sabe que nadie va a ir a testificar. Porque también sabe que nunca pasa nada.


4 comentarios:

  1. El hecho y el semihecho:
    La demandante es llamada al banquillo para testificar. El fiscal Julio Montenegro comienza el interrogatorio.
    - Señorita Fátima Hernández Canda ¿Es cierto que el sábado 25 de Julio del 2009 usted aceptó tomar unas cuantas cervezas con el acusado Farington Reyes Larios?
    - Sí, es cierto
    - ¿Es cierto que usaba una minifalda y vestía provocativamente?
    - Estaba en un bar, era de noche…
    - Entonces lo admite…
    - Si pero…
    - También admite ¿que usted aceptó ir al Hospedaje Meza de Managua por su libre y espontánea voluntad?
    - Objeción – interviene Ramón Rojas, abogada de la víctima - induce a la testigo
    - Denegada, continúe- dice la jueza Juana Méndez, también Magistrada de la Corte Suprema de justicia -
    - Admite entonces, que después que ambos habían tomado un par de cervezas, se fueron a su casa…
    - Sí, pero una vez allí él se puso violento, me rasgó la minifalda y me violó.
    - ¡Por favor señorita! El término legítimo de ataque sexual es violencia física y síquica, pero si usted andaba parrandeando con el acusado, provocándolo ¿cree que vamos a creerle? Usted es una víctima colaboradora…
    - Objeción, en casos de violación no existe la tipificación de Victima Colaboradora- aclara el abogado Ramón Rojas-.
    - Eso es en otros países abogado, ¿Usted no sabe que en Nicaragua la justicia es bizca? Denegada- aclara la Jueza Méndez-
    - ¿Eso cree? – reclama airada Fátima Hernández-Después de los 43 días que estuve internada en el hospital de Managua por los golpes y las laceraciones que tenía en la vagina y en los pechos…
    - He concluido mi interrogatorio, no tengo nada que agregar- dice el fiscal Montenegro mientras toma asiento-
    Un silencio sepulcral invade el ambiente, y la jueza pide al juzgado de liberador que actué según su conciencia, tomando en cuenta la evidencia irrefutable. A los 5 minutos, el jurado tiene un dictamen:
    - Encontramos al acusado culpable de la semiviolación de la demandante Fátima Hernández Canda. En este caso, hemos considerado dos atenuantes: la conducta permisiva de la víctima y el estado de arrebato que sufrió el demandado debido a la alta ingesta de alcohol.
    Se oye un murmullo creciente en la habitación: “vendidos, violadores, sinvergüenzas”. Es un murmullo que rompe las paredes del juzgado, traspasa fronteras, invade edificios, destruye vidrios y ventanas, inunda medios de comunicación, bordea farallones, invade el espacio aéreo y llega a la Haya.
    La jueza Juana Méndez, intenta imponer orden y añade:
    - Ahora solo queda determinar el monto de la sentencia, porque no es lo mismo ser medio violada, un cuarto violada o un tercio violada…ya sé, podemos crear semi sentencias, un cuarto sentencias…

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  2. El mundo al revés
    Técnica: Inversión
    Mi esposo me despierta con un susurro en el oído: “ya es hora de ir a trabajar”. En la mesa me espera el café y el periódico. Me ayuda a ponerme la falda y me da el maletín, mientras espera el beso que siempre olvido. “Voy tarde”, me justifico.
    Regreso a casa pasadas las nueve, después de divertirme un rato con mi guapo secretario. Enciendo el televisor y escucho los gritos de cientos de hombres que marchan a favor de la Ley 779. En la noche, busco a mi esposo en la intimidad de la cama, pero el olor a perfume barato lo aleja. Lo obligo a cumplir con sus obligaciones. “Tanta televisión te está haciendo daño”, le digo mientras él llora.

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  3. La última vez
    Recurso narrativo: Epifanía
    Allí tirada en el piso, sintiendo las losetas frías y el terror a la vida, deseé mi muerte una y otra vez. Te habías encargado de anularme, de humillarme, de controlar hasta el más profundo de mis deseos, y yo lo había permitido. En parte por miedo, es cierto, pero también porque habías mermado la poca autoestima que guardaba para mí. Pero en ese instante, el bebé que llevaba en mi vientre se movió, y supe que mi destino merecía ser cambiado. Vi como te aflojabas el pantalón y te recostabas en el sillón, a ver tu partido de fútbol. El acero se reflejó en la ventana y la hoja afilada cortó la pasividad del aire. Ese seria, tu último partido.

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  4. Cadenas generacionales
    Mi mamá es mala. Es la única explicación que encuentro a sus gritos y a sus recriminaciones. Desde que papá llega a casa, pasadas las 11 de la noche, ella comienza a hacer la guerra. Mi papá no dice nada, solo se acuesta en el sofá y trata de dormir. He llegado a pensar que mamá actúa así porque está enferma. Siempre le veo moretones en la cara y en los brazos ¿Que enfermedad será esa?
    Papá es muy distinto. Siempre está contento. Como es doctor, me lleva a casa de sus pacientes. Señoras altas, pintoreteadas como payasos y vestidas con diminutos trozos de tela. Todas viven en la misma casa. Deben ser hermanas. Mientras él las examina, yo juego con sus hijos, y las horas me parecen minutos. Luego vuelvo a casa, y mamá está más furiosa que nunca. ¿Cómo te atreviste a llevarla a ese lugar? “Eres un sinvergüenza”, le grita a papá. Me tapo los oídos y me encierro en el cuarto, para no oir el llanto de mamá. Quince años después mi hija también me llamará “mala”, es solo que aún yo lo sé.

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