Recuerdo algo que viví hace años como si fuera hoy.
Paseaba con mi marido en una agradable noche de verano, y presenciamos como un muchacho, insultaba y gritaba empujando a una chica en la puerta de una discoteca, envalentonado, imagino por el efecto del alcohol. La policía intentó que el joven razonara sin conseguirlo, y se lo llevaron esposado, mientras la novia lloraba desconsoladamente. Nos fuimos de allí apesadumbrados.
A la semana siguiente, por la misma calle, nos cruzamos con la pareja del incidente. Iban como tortolitos, riendo, como si nada de lo que nosotros vimos hubiera ocurrido, y no lo entendimos, pues supimos que esa relación estaba abocada con seguridad al fracaso y al sufrimiento
¡Muchas gracias!
ResponderEliminarUn saludo desde Segovia