A María le pica una Avispa y le duele y a Andrés también. Su padre les explica que en la vida la gente no somos mujeres u hombres, somos personas. Desde pequeños a los niños y a las niñas les enseñan a ser diferentes pero realmente son iguales. Si ellos sufren igual demuestra que son iguales.
Si cuando os hacéis adultos seguís trabajando en la diferencia, que es la igualdad entre las personas, no veréis cómo las personas hacen atrocidades con otras personas. Después de todo debéis crecer como personas diferentes por fuera, pero con los mismos sentimientos y sufrimientos por dentro. Nadie es de nadie, todos somos únicos, pero iguales. Haz lo para ti quieras.
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