Ya me había acostumbrado a los desprecios cuando llegaron los insultos. Aunque seguía manteniendo la ilusión por unas caricias que se habían convertido en zarpazos. Días nublados con gafas de sol, manga larga con 40ºC a la sombra y la única ayuda que recibí fueron miradas compasivas… Mirar para otro lado o lamentarte cuando sale en las noticias no va a pararlo. No consientas a nadie que se sienta superior, ni mucho menos que te haga sentir inferior. Que nadie te ponga la mano encima más allá de tus deseos. Y que la valentía sustituya al miedo.
No lo olvides: quien bien te quiera te hará llorar (de alegría)
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