martes, 4 de noviembre de 2014

Alas de mariposa

El huracán de la violencia destrozó hasta sus entrañas.
De tanto dolor sentido llegó a no sentir nada.
Se fue encogiendo poco a poco, haciéndose cada vez más pequeña. Adoptando una posición fetal, quedándose muy quieta.
Su corazón apenas latía.
Se convirtió en una crisálida aletargada, cuidada y velada cada día por quienes la querían.
Siempre hay alguien que te quiere.
La cuidaron con mucho amor, paciencia y fe. Esa fe que ella había perdido.
Y un día cualquiera, ella despertó y desplegó unas preciosas alas de vivos colores, con las que de nuevo aprendió a volar y a descubrir el mundo acompañada de los suyos; Sintiéndose más fuerte que nunca.

1 comentario:

  1. Último deseo
    El médico ha dicho que no hay nada que hacer. Todos lloran, hasta tú, que has desplegado tus brazos para golpearme, tu boca para humillarme y tus botas para pisarme. Ha sido un cáncer fulminante. Mis padres están allí, sin poder entender como su única hija puede morir antes que ellos, y también algunos vecinos. “Parece mentira -dice el boticario- si llegó a la tienda hace unos días. Tenía un problema de ratas”. Le pido a todos que nos dejen a solas, quiero un momento de intimidad. Se marchan. Te muestro una caja de bombones que está en mi gaveta. Te invito a comerlos a mi lado. Aceptas por supuesto, mi muerte no te ha quitado el sueño, mucho menos el hambre. “El mejor dinero que invertí en ti fue ese curso de reposterías”, me dices mientras tomas un pañuelo. Te hago señas y te inclinas para oír el último susurro de mi existencia: “están envenenados”.

    ResponderEliminar