lunes, 30 de octubre de 2017

No puedo más

Despertó asustada, sudorosa y dolorida. Con voluntad moribunda miró el reloj. Escapó de aquella pesadilla sólo un par de horas. Su cuerpo escombro no aguantaba más. Sobre la mesita una nota taciturna, y rió. Su marido daba cabezadas y pespuntes a una pobre nutria descosida, como disfraz infantil del arca de Noé. La casa recogida, el campo de minas de juguetes dispuesto para la siguiente batalla, la vajilla limpia y la colada girando a bajo coste. Volvió a la cama y siguió la nota: Cuidado con las Nancys, les gustan los peludos apagafuegos.
Él había escrito: Ya sigo yo, descansa. Casa lista, nutria rebelde y sin noticias del oso ni del camión de bomberos. Estarán de farra con las Nancys.








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