martes, 22 de noviembre de 2016

Tronco



Siendo jóvenes cada día me deshojaba, no hacía falta un argumento, él siempre encontraba causa para poder hacerlo, yo, cuanto más lo hacía, más sentía la necesidad de estar a su lado, parecía que esa forma de desnudar mi espíritu me fortaleciera.
En pocos años pasó de deshojarme a ir talando las ramas, primero las más jóvenes, después las más vetustas, todas las que él se había encargado de que estuvieran desnudas, un día, como sin darme cuenta y él tampoco, empecé a talar primero sus ramas tiernas, después también las más viejas, me llevó mucho tiempo, pero llegué a conseguir que solo quedara su tronco.
Entonces arrimé una cerilla y quedó convertido en cenizas. Yo empecé a florecer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario