lunes, 7 de noviembre de 2016

Mi amiga Loli

Tuve una amiga. Loli. Casada. Larguirucha. Gordita. Pelo liso. Rizado. Y espectacular. Como todas. ¿Estudios? Nada. Aunque inteligente. Y muy inocente. Era cocinera. Taxista. Limpiadora. Enfermera. Madre. Y, aun así, la llamaba desempleada. En ocasiones especiales, el vestido rojo. Tacones. Rímel. Brillo. Pelo suelto. Y a veces recogido. Y la llamaba fresca. Con el tiempo se aburrió. Y se compró un libro. Luego otro. Aprendió sobre historia. Economía. Lingüística. Política. Medicina. Y, todavía, la llamaba inútil. Llorando me vino. “No sirvo”, sollozó. “Tú estás tonta, Loli”, le dije yo. Más tarde rectifiqué. “Tú estás ciega, Loli”. Y convencida se fue. Guardó la venda en la maleta. Y se marchó. Con su vestido rojo. Para esta especial ocasión.

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