lunes, 21 de noviembre de 2016

Ella

Ella no duerme, no duerme nunca.
Sus sueños tienen un territorio propio: el del miedo.
De camino al furgón, aún se espera la llegada de las horas más difíciles.
Los nervios le zumban debajo de la piel. Su pequeño yo se pierde y convulsiona.
De poco sirven las pastillas, la terapia, los psicólogos sociales.
De poco sirve llorar por un poco de amor.
Su dolor podría ocupar la página de sucesos de todos los periódicos.
Retira su almohada y descubre un pequeño agujero abierto en la pared.
Mira. Dentro ve imágenes que nadie ve: la rotación del mundo, la electricidad de las estrellas, el zumbido del universo.
El frío es blanco como un puñado de pastillas en su mesita.

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