Coge un bolso, mete a los que te ignoraron, regálales la soledad, pero cóbrales la ausencia. Mete a sirenas sordas, a autoridades ciegas y a las mirillas hundidas bajo el peso de la vergüenza, regálales la culpa, pero cóbrales el miedo. Mete a los teléfonos sin cobertura ni alma. Sí algún santo te falló, mételo en el bolso también.
Coge un bolso, no pidas permiso y entiérralo bajo un volcán. Pero antes saca el vestido que olvidaste al lado del abrigo de invierno que te ponías también en Julio. Quítate las gafas oscuras y observa que no hay mirillas, ni culpa, ni miedo, ni autoridad que no sea la tuya.
Coge un bolso, o mejor estrena uno nuevo.
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