Está escondida, agazapada, susurrando una plegaria repetitiva y acompasada. El miedo paraliza y bloquea. Oye pasos..tap, tap.. como un perrillo desvalido tiembla… tap, tap… cada vez más cerca… tap, tap..
¡Señora tranquila!, nos ha avisado la vecina,¡ tranquila!
En su rostro ajado, surcos como en los ríos, han dejado tantísimas lágrimas derramadas. Pero en sus ojos hay un destello de luz y esa letanía susurrada se transforma en un grito desgarrador ¡¡¡¡nunca más!!!
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