El padre comenzó a mostrarse muy violento y la niña se interpuso entre su madre y él.
- ¡Escuchadme! Ya no quiero ser veterinaria. De mayor voy a trabajar de enfermera y de policía.
- ¿Por qué? –preguntó el sorprendido padre.
- Para curar las heridas que le hagas a mamá.
El hombre quedó petrificado ante esa respuesta incompleta y la madre abrazó a su hija.
Cuentan que la niña se convirtió en una veterinaria ejemplar. Porque, a veces, nuestras pequeñas intervenciones cambian el curso de los acontecimientos.
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