lunes, 7 de noviembre de 2016

¡Basta!

María se vistió lentamente y se puso un pañuelo al cuello para ocultar las marcas de la noche anterior. Se agachó para ponerse los zapatos y sintió un profundo dolor en la espalda, que le recordó que tenía que recoger los cristales rotos del salón. Las palabras "no eres nada" aún retumbaban en su mente. No se explicaba cómo había podido llegar a esta situación de soledad y desamparo. No recordaba cuándo perdió a sus amigas y dejó de hablar con su familia.

No recordaba nada pero una certeza revoleteaba en su fuero interior: el amor tenía que ser otra cosa.

Con manos algo temblorosas hizo su maleta y salió de la casa, dando un sonoro portazo.

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