jueves, 19 de noviembre de 2015

Otro tiempo

Procuraba no perder sujetándole las nalgas y obligándola a permanecer inmóvil.

- Sabes que no puedes ganarme a esto, eh… - bramaba con ese tono huracanado que ella conocía demasiado bien.  Es una tormenta, pensaba como siempre, en un ejercicio aprendido a fuerza de repeticiones. Descargará y luego amainará. Hay que resistirla, nada más. Pero esta vez no lograba convencerse. Le asqueaba su humedad, el aliento oscuro, su saliva. 

Tal como pronosticara, la tormenta amainó en un falso anticiclón de perdónames y te quieros.
Sin embargo, las nubes no se despejaron y una lluvia interminable cayó inundándolo todo.
Ella, decidida al fin, salió a la intemperie.

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