Basta. Estoy cansada. Me miro en el espejo e intento tapar los moratones con maquillaje. No me merezco esto, nadie se merece esto.
Salgo del baño y allí le veo, preparándose un café. Se da cuenta de que le estoy mirando y me lanza un beso. De camino a la habitación me paro delante de una fotografía mía y recordando cómo era, una tímida sonrisa se refleja en mi cara.
Es el momento, estoy decidida. Ya no hay nada que me una a él. Cojo el abrigo y me dispongo a salir, no sin antes echar un último vistazo a lo que consideraba mi hogar.
Llueve, pero no me importa. Noto como la lluvia se mezcla con mis lágrimas.
Lágrimas de libertad.
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