miércoles, 18 de noviembre de 2015

Esperanza

Aquella joven lanzó enérgicamente la alianza al río. Después, se dejó caer en la barandilla del puente, apoyándose en él con sus amoratados brazos. Había pasado siete años conviviendo con alguien que se balanceaba entre la agresividad y la ternura, alguien que no dudaba en atacar contra la mujer. Sus días se habían teñido de desasosiego y tristeza. Su único motor era aquel pequeño que llevaba en sus entrañas. Sonrió, esperanzada, y se acarició dulcemente la barriga. El sonido de sus zapatos y el ruido de las ruedas de su maleta emprendieron su camino hacia el Centro de Ayuda.

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