miércoles, 18 de noviembre de 2015

Basta ya de ruidos

Sonó el timbre. Él no debía ser, jamás llamaba. Pero su angustia constante hacía que le viera, además, en lugares y tiempos inverosímiles.
Se asomó temerosa por la mirilla y pudo ver a alguna de sus vecinas murmurando y con rostro serio.
Ayer, de nuevo, hubo escándalo, gritos - de él, los de ella hace ya que se apagaron- y serían más de las tres de la madrugada. Las vecinas estarán hartas, pensó, mientras cubría con su mano el ojo amoratado antes de abrir la puerta.
No sólo estaban sus vecinos, también Ana la peluquera, Juan el pescadero, Isabel y su marido, los dueños del bar… y gente que no recordaba.
- - María, vamos contigo a la comisaria. ¡Basta ya!

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