Un portazo me despierta. Papá ha llegado. Me resigno, dejo mi muñeco y abro la puerta sin hacer ruido. Avanzo hasta detenerme en el umbral del salón. Mi madre está sirviéndole la cena. Él grita y lanza el plato que se rompe en mil pedazos al chocar contra la pared. Mamá llora en silencio. Una mano la golpea, y cae al suelo con él encima. Rojo por todas partes. Nunca reparan en mi presencia. Los golpes y los insultos son más fuertes que sus gritos. Mi padre saca una botella del armario y se marcha a su habitación. Me acerco a mamá, y como cada noche, la consuelo, mientras ideo un plan para huir. Esta será la última vez-me juro.
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