Te has cansado de volar con alas prestadas. Ahora encierras para siempre la palabra perdón y cruzas el amanecer esperando que tu determinación te impulse hasta su olvido.
Los golpes ya no lastran tu luz y los gritos no ocultan las mentiras que llegaste a creer. Ahora solo ves tu verdad. Eres como siempre has querido ser: una huella en tu propio camino, un deseo que nunca te dejaron concederte.
Tu cansancio se ha rebelado y te hace levantar la voz. Basta. Ya no hay confusión en tus sueños ni vuelos frustrados. Ni remordimientos. Ni dolor.
Te enfrentas al espejo sin pinturas de guerra, sin golpes que esquivar, sin edades desperdiciadas... Sin miedo. Por fin, solo estás tú.
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